La transición energética es un proceso en el que está involucrando todo el planeta para dejar de utilizar combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y el gas, para migrar a fuentes de energía renovables que sean menos contaminantes, como la luz solar o el viento.
Juan Luis Dammert, director para América Latina del Natural Resource Governance Institute, asegura que los proyectos a implementar en la Amazonía deben asegurar una correcta transición energética sin generar más perjuicios como ampliar la deforestación de los bosques.
—¿Qué es la transición energética?
—Una transición energética es un cambio estructural en el abastecimiento y consumo de energía a nivel de sistemas de energía. En el mundo ha habido en el pasado transiciones energéticas como el paso de biomasa a carbón, luego de carbón a petróleo. Actualmente cuando discutimos sobre transición energética nos referimos al proceso de cambio desde un sistema energético basado en combustibles fósiles hacia uno sustentado en fuentes de energía renovable y sostenible.
El impulso para esto es la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para mitigar el cambio climático. De lo que estamos hablando es de la descarbonización de la economía. Esto implica una transformación integral para la sociedad con cambios profundos en varios sectores como el eléctrico, el transporte, la minería, entre otros.
Y de acuerdo con la literatura especializada, realizar esta transición energética será uno de los grandes desafíos de la humanidad para el siglo XXI.
—¿Cuáles son las metas que debe alcanzar Perú para la transición energética? ¿Se están logrando?
—En el marco de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) bajo el acuerdo de París, Perú se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40 % al 2030. En línea también con su estrategia nacional de cambio climático de 2050.
Es importante saber que en Perú las emisiones de gases de efecto invernadero son en primer lugar por el cambio de uso de la tierra. Por ejemplo, deforestar y darle a la tierra otro uso [como la ganadería o la agricultura extensivas]. Las emisiones por uso de combustibles fósiles vienen principalmente por la generación de energía a través de centrales que funcionan con petróleo y gas.
Perú se ha comprometido a que para 2030 el país cuente con un 20 % de su red eléctrica alimentada por fuentes de energía no convencionales. Es decir, eólica y solar.
Actualmente estas fuentes suponen aproximadamente el 6 % de la generación de energía. Entonces se ha avanzado con un tercio del objetivo aproximadamente y ya quedan pocos años. Esto se explica porque no hay realmente una política energética seria con una visión sobre transición energética en el país. Es necesario actualizar la política energética nacional de Perú 2010-2040 a través de un proceso serio para abordar las necesidades actuales del sector energético y para aprovechar las oportunidades de financiamiento globales.
—¿Los gobiernos locales de la Amazonía están listos para la transición energética?
—Yo diría que el sector público en su conjunto no está listo para la transición energética. No estamos preparados ni para realizar una transición energética a nivel nacional ni para adaptarnos a los cambios globales que trae este proceso. Los cambios requeridos son multidimensionales, tienen implicaciones temporales, complejas, implicarán la reconfiguración de los patrones y escalas actuales de la actividad económica y social.
Algo concreto que se discute poco es, por ejemplo, de qué forma Perú va a navegar el boom de los minerales de transición. Entonces estamos hablando de desafíos de política pública muy grandes y en Perú tenemos actualmente una situación muy pobre en términos de implementación de políticas públicas. Eso más allá de los problemas técnicos se explica por la crisis política y el comportamiento del régimen actual en el poder, que no es capaz de gestionar los asuntos más básicos, ni de implementar estrategias sofisticadas.
En la Amazonía esto se agudiza, ahí hay diferentes desafíos, por una parte está la discusión sobre las regiones petroleras, cuáles son los planes para afrontar el eclipse del petróleo hoy y, en el futuro, del gas. Por otra parte están los desafíos de a fuentes de energía renovable.
—En la Amazonía se implementan proyectos de transición energética, como la electrificación con es solares, ¿estos se desarrollan correctamente?
—Pienso que realizar electrificación rural en la Amazonía a través de la instalación de es solares es un camino correcto.
En un territorio tan amplio con población dispersa no tiene sentido apuntar a tener una red integrada. El Ministerio de Energía y Minas tiene programas de electrificación rural con proyectos para la Amazonía, precisamente a través de centrales solares fotovoltaicas.
Estas inversiones son importantes porque en varias comunidades solo hay energía por horas y normalmente quemando petróleo. Estas son opciones más sostenibles que benefician a más viviendas, escuelas y centros de salud en la Amazonía. Sin embargo, hay problemas de gestión que se deben superar para que esta política funcione y llegue a más familias.
Además debemos recordar las necesidades de mantenimiento. No basta con instalar los es, hay que saber operarlos y mantenerlos. Para esto es muy importante fortalecer la participación de las comunidades en la gestión de estos recursos.
—¿Qué otros proyectos se pueden desarrollar en la Amazonía en el marco de la transición energética?
—Hay que tener cuidado porque las energías renovables mal implementadas pueden tener consecuencias muy negativas para la Amazonía. Por ejemplo, si optamos por grandes centrales hidroeléctricas de embalse, que deforestan e inundan grandes áreas de terreno, además de que emiten metano, no tendría sentido.
Algo similar puede pasar con las plantaciones para biocombustibles. Si se hacen reemplazando grandes extensiones de bosques, las emisiones por deforestación van a ser muy altas, además de los problemas sociales que estas plantaciones generan. En la Amazonía pienso que hay que ser prácticos en istrar los combustibles fósiles que hay, no promover más exploración, planificar qué hacer en zonas en las que la producción de petróleo está de salida, acelerar el ingreso de energías renovables no convencionales y avanzar con medidas de eficiencia energética. Pero sobre todo debemos recordar que la transición energética debe ser justa, es decir, también debe considerar aspectos sociales, asegurando que las comunidades y trabajadores afectados por el cambio reciban apoyo y oportunidades en el nuevo modelo energético.
Imagen principal: La transición energética en Perú no está cumpliendo las metas propuestas al 2023. Ilustrador: Tobías Arboleda.
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